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Junto Al Pasig


JUNTO AL PASIG

Dr. Jose Rizal

JUNTO AL PASIG

MELODRAMA EN UN ACTO Y EN VERSO.

Letra del Dr. JOSÉ RIZAL

Representada por primera vez el 8 de Diciembre de 1880, á las seis de la tarde, con música de DON BLÁS ECHEGOYEN, en el Salón de Actos del Ateneo Municipal, de Manila, por los alumnos de la Academia de Literatura Castellana de dicho centro docente, de la que era Presidente el egregio de Apóstol de las libertades filipinas.

Representada por segunda vez, con música de MANUEL VELEZ, con motivo de la VELADA LITERARIA, LÍRICA Y MUSICAL organizada por el periódico anual ilustrado DÍA FILIPINO, que se ha celebrado el 19 de Junio de 1915, en el Grand Opera House, Avenida Rizal, Manila, en conmemoración del 54º aniversario del nacimiento del inmortal MARTIR DE BAGUMBAYAN.

Editado por el DÍA FILIPINO.

1915.

Imprenta y talleres de encuadernación, grabados y fotograbados y almacén de objetos de escritorio del periódico anual ilustrado DÍA FILIPINO.

Calle de Sacristía númº 954, Santa Cruz, MANILA, I.F.


PERSONAS

LEÓNIDO
CÁNDIDO
PASCUAL
SATÁN
ÁNGEL
NIÑO 1º
NIÑO 2º
NIÑO 3º
Coro de niños y coro de diablos.



Junto al Pasig

MELODRAMA EN UN ACTO Y EN VERSO

(La acción se lleva á cabo á orillas del río Pásig, en el pueblo de este nombre; la decoración representa el río, y la orilla opuesta á la en que están los personajes. Verán la iglesia, casas, cañaverales y multitud de banderas y adornos propios de los pueblos del Archipiélago. Es la hora del alba y, de consiguiente, el tono del conjunto ha de ser suavemente reproducido.)



ÍNDICE


ESCENA PRIMERA.

ESCENA SEGUNDA.

ESCENA TERCERA.

ESCENA CUARTA.

ESCENA QUINTA.

ESCENA SEXTA.

ESCENA ÚLTIMA.


ESCENA PRIMERA.

CÁNDIDO, PASCUAL Y OTROS NIÑOS. (Uno de los cuales lleva flores, y otros con banderas y juguetes propios de la niñez.)

CORO.

Rosas, claveles,
Pásig ameno,
Luce con galas mil;
Divina aurora,
Su hermoso cielo
Viste de luz gentil;
Sus ojos son divinos,
Su frente el rosicler.
Sus labios purpurinos
El pecho hacen arder:
En tí, dulce hermosura.
La mente segura va;
En tí, rica ventura
El alma feliz tendrá.

(RECITADO)


CÁNDIDO.

—¡Cuán hermosa es la mañana!
La aurora con sus albores
Va acariciando á las flores
Con que el prado se engalana.
¡El Pásig! ¿Oís el murmullo
De las cañas en su orilla?
¿Escucháis de la avecilla
El suave y variado arrullo?
Decidme: tanta belleza,
Tanto adorno y galanura,
Que con mágica hermosura
Ostenta Naturaleza;
Y esta tranquila corriente
Do las bancas se deslizan,
¿No os encantan? ¿No os hechizan
Con su lenguaje elocuente?
¿No os dicen que su contento
Lo causa la Vírgen pía,
Viviendo en aqueste día
Con pomposo lucimiento?

TODOS.

—¡Sin duda!


PASCUAL.

—Tal alborozo
En el pueblo se respira;
Tal es el placer que inspira,
Que todos bailan de gozo.
Llenas encuentro doquier
De vistosos aparejos
Las calles; niños y viejos.
Todos salen para ver.

NIÑO Iº—Hablas, Pascual, muy de veras;
¡Y lo creo! Pues la gente
Anda colgando impaciente
Gallardetes y banderas.

NIÑO 2º—Aquí traigo un canastillo
De flores para ofrecer
A la Virgen...

NIÑO 1º—¡Ole! ¡A ver!...
Es un regalo sencillo... (Lo mira con desprecio.)
Yo tengo una jaula en casa
Do moran pintadas aves,
Cuyos trinos son tan suaves
Que se la daré, si pasa.

NIÑO 3º—¡Pajaritos! ¡Qué locura!
Yo tengo bombas, cohetes... (Con jactancia.)

NIÑO 1º—¡Quita allá! ¡Esos son juguetes
Que sólo infunden pavura!...

NIÑO 3º—¡Tú tienes miedo!

NIÑO 1º—¿Yo? ¡No!

PASCUAL.—Tengo una flauta de caña... (Todos se ríen.)

TODOS.—¡Ja! ¡Ja!

PASCUAL.
—¿La cosa os extraña?
¡Pues sí!    ¡La tocaré yo!
Mi padre, como sabéis,
Me enseñó varias sonatas,
Lindas, muy lindas, muy gratas:
Las tocaré; ¡ya veréis!

NIÑO 2º—¡Mejores serán mis flores!

PASCUAL.—¡Mi flauta!

NIÑO 1º—¡Qué tontería!
Es mejor la jaula mía...

NIÑO 3º—¡Cá! Las bombas son mejores.

NIÑO 1º—¡No, señor!

NIÑO 3º—¡Que sí, señor!

NIÑO 1º—¡Vaya un tonto!

NIÑO 3º—¡Vaya un loco!
Tu pobre jaula es bien poco.

NIÑO 1º—Tus bombas son lo peor.

CÁNDIDO.—¡Ea, amigos! No riñais:
Es cada ofrenda preciosa;
Pero suplico una cosa,
Y es... que obedientes me oigáis:
Una banca adornaremos
Con el más bello atavío;
Dentro de ella, aqueste río
Mansamente surcaremos;
Banderas y gallardetes
Pondremos de mil colores;
Llevarás todas tus flores;
Tú, la jaula; tú, cohetes;
Este, con flauta sonora
Irá entretanto tocando:
Así vamos navegando...
Hasta hallar á la Señora.
¿Qué os parece?

TODOS.—¡Bien, muy bien!

NIÑO 3º—¡Es idea singular!

NIÑO 1º—¡Vamos la banca á buscar!

CÁNDIDO.—¡Eso lo digo también! (Se dispone a salir.)
¡Calla! ¿Y Leónido? ¿Do está?

PASCUAL.—¡Ah! ¡Verdad! ¿Adónde fué?

NIÑO 2º—¿Dónde ha ido?

NIÑO 3º—No lo sé.

CÁNDIDO.—Pues bien, se le buscará:
Nuestra banca dejaremos
Para después: es igual:
Nos falta lo principal,
Pues al jefe no tenemos.

NIÑO 1º—Busquémosle.

CÁNDIDO.—¡Ahora mismo!
¡Sin él nada se podrá
Hacer!...

NIÑO 3º—¡Se registrará
Hasta el fondo del abismo!

CORO.

Marchemos, marchemos, Marchemos sin tardanza: ¡Felice nuestra holganza! ¡María colmará!


ESCENA SEGUNDA.

Sale SATÁN vestido de negro y rojo; su color es palido.

SATÁN.—¿Será verdad? ¿Será cierto
Que el pueblo que me adoraba,
Ahora de arribar acaba
De la salvación al puerto?
Si navegante inexperto
En el borrascoso mar
Del vivir, ¿qué singular
Fuerza le ampara y escuda
Que consigue con su ayuda
Mis escollos evitar?
¿Quién de la mansión sombría
Do se hallaba sepultado,
Poderoso le ha sacado
A la clara luz del día?
¡Ay! Para desgracia mía
Fuiste sin duda, ¡oh Mujer!
Quien tuvo tanto poder
¡De quitarme mi morada!
¡Criatura privilegiada!
¿Cuándo te podré vencer?
¡Maldición! ... El mismo Averno
Do se engendran los dolores,
Las crueles penas y horrores,
No iguala á mi tedio eterno.
¡Ay! ¿Por qué del gozo tierno
Me privó la triste suerte?
¿Por qué me negó el más fuerte
Que en mi terrible amargura
Encontrase mi ventura
En los brazos de la muerte?
¡Espíritu! ¡Ser sublime!
¡Ser mísero y desgraciado,
Á padecer condenado
Por la mano que le oprime!
Si el hombre en la tierra gime
Y le molesta el vivir,
Se consuela en el sufrir
Viendo la vida tan breve,
¡Mientras el ángel no se atreve
A esperar que ha de morir!
Más ¡ay! fuerza es que, sufrido
Mi triste destino acate,
Ya que en mi sin par combate
Adversa suerte he tenido:
Empero, aunque fuí vencido,
Sigo en mi senda fatal:
Él ama el bien; yo amo el mal...
¡Soberbio! ... Que haga su gusto;
Yo, yo le estorbaré; es justo;
Que es mi enemigo mortal.
¡Comience, pues, nuestra lidia!...
Pensemos recuperar
Antes mi imperio sin par
Con la astucia ó la perfidia.
¡Suelo que me das envidia!                           
¡Ay! ... ¡Yo te recobraré!
Oculto aquí esperaré
(Se oculta detras de un árbol.)
A algún incauto cristiano:
¡Quiero que caiga en mi mano
la raza que tanto odié!


ESCENA TERCERA.

(Sale LEÓNIDO.)

LEÓNIDO.—La orilla está solitaria;
No se oye la gritería;
Lo extraño: ya es claro el día
Y no veo á nadie aquí.
Debieron haber llegado,
Pues así me prometieron...
Presumo que ya salieron...
¿Quién sabe si me perdí?
Más no: este es el sendero
Que á la población conduce;
Este es el río que luce
Su corriente sin igual...
Allá la iglesia... Mi casa...
Las banderas... ¡Ya lo creo!
¡Es el lugar del recreo
Que á mi me dijo Pascual!
Desde aquí esperaríamos
Que pase la Vírgen pura...
Más... ¿quién á mi me asegura
Que no acaban de salir?
Lo mejor será buscarlos;
Iré hácia abajo; no... arriba...
Creo que la comitiva
Ya no tardará en venir.

(Se dispone a salir, y viene SATÁN vestido de DIWATA.)


ESCENA CUARTA.

LEÓNIDO Y SATÁN.

SATÁN.—¡Detente! ¿Adónde vas?

LEÓNIDO.—¿Quién sois?

SATÁN.—¿Acaso
No me conoces ya?

LEÓNIDO.—No recuerdo vuestra faz,
Ni me acuerdo haberos visto
Alguna vez. ¡Dadme paso!

SATÁN.—¡Nunca! Mírame bien...

LEÓNIDO.—Decid, os ruego, quien sois...

SATÁN.—Yo soy aquél que, prepotente,
Leyes dá al huracán, al mar, al fuego;
Brilla en el rayo y muge en el torrente,
Yo soy aquel que con poder grandioso
Reinó en un tiempo hermoso,
Venerado y temido;
Dios absoluto de la indiana gente.

LEÓNIDO.—¡Mentís! De mis mayores
El dios ya duerme en vergonzoso olvido,
Y sus torpes altares,
Do al eco de fatídicos loores
Víctimas ofrecían á millares,
Hoy yacen derribados:
De su poder en mengua,
Les lanza nuestra lengua
Desprecios á sus ritos olvidados:
Vos no sois ningún dios; mentís sin duda.
Pues sólo un Dios existe verdadero:
El Dios que al hombre creó y al mundo entero,
Y á quien adora nuestra mente ruda.

SATÁN.—¡Insensato! ¿No temes de mis iras
El poder? Niño impío,
¿No ves que es mío el aire que respiras,
El sol, las flores y el undoso río?...
Á mi voz prepotente, creadora,
De las aguas surgieron
Aquestas Islas, que alumbró la aurora,
Islas que bellas en un tiempo fueron;
Y mientras, fieles á mi culto santo,
Elevaron sus preces
En mis altares, les libré mil veces
De la muerte, del hambre y del espanto.
Los campos rebosaban
De fragante verdura;
Sin trabajo brotaban
De la piadosa tierra,
Entonces pura,
Las amarillas mieses;
Vagaban por el prado
El cabrito pintado,
El ciervo alígero y las gordas reses;
La diligente abeja
Su panal fabricaba mansamente,
Y al hombre regalaba miel sabrosa:
Retirada en su nido la corneja,
No auguraba doliente
Calamidad odiosa;
Gozaba entonces este rico suelo
De una edad tan dichosa,
Que en sus delicias se igualaba al cielo;
Y ahora, sin consuelo,
Triste gime en poder de gente extraña,
Y lentamenta muere
¡En las impías manos de la España!
Empero, yo le libraré, si quiere
Doblegar su rodilla
Ante mi culto, que esplendente brilla.
Tan poderoso soy que abura mismo
Te daré, si me adoras, cuanto ansías;
Más, ¡ay de tí, si ciego te desconfías!

LEÓNIDO.—Si tan potente sois, si en vuestras manos
Las venturas están de los mortales,
¿Por qué han sido fatales
Para vos los cristianos?
Y si, como decís, el mar bravío
Y el aquilón sumisos obedecen
A vuestra voz y á vuestro poderío,
¿Por qué sus carabelas delicadas,
Que ahora os escarnecen,
No fueron anegadas
Y bajo las olas sepultadas?
¿Por qué vuestras estrellas
En noche tenebroso les guiaron,
Y los vientos sus velas empujaron
Y no les lanzásteis vuestras centellas?
¿Sois por eso tal vez omnipotente?
Y para mayor desdicha, todavía,
El nombre de María,
Nombre que encanta á  la infelice mente,
Cual arrogante insulto,
¡Vino á destruir las huellas de tu culto!

SATÁN.—¡Las huellas de mi culto! ¡Desdichado!
¿No sabes que conservo
Un pueblo que me adora prosternado?
¡Ay! ...  Vendrán en lo futuro
Los males que reservo
A tu raza, que aclama un cúlto impuro:
¡Tristes calamidades,
Pestes, guerras y crueles invasiones
De diversas naciones
En venideras próximas edades!
Tu pueblo regará con sangre y llanto
Del patrio campo la sedienta arena;
Ya en la pradera amena
El ave á quien hirió metal ardiente.
Ni tus bosques añosos,
Ni los ríos, ni el valle, ni la fuente
Serán ya respetados
De los hombres odiosos
Que turbaron la paz y tu bonanza;
Mientras yo, por venganza,
Desataré los indomables vientos
Para que en su carrera,
Con ira y rabia fiera,
Alboroten los varios elementos,
Y la débil piragua,
Hundiéndose en el agua,
Aumente sus horribles sufrimientos.
Devastaré en mi saña
Los verdes campos de la míes ópima,
Y desde la alta cima
De la erguida montaña
Arrojaré de lavas río ardiente,
Que envuelto en humo y devorante llama
Asole poblaciones
Cual furioso torrente
Que, cuando se desparrama,
Arranca los arbustos á montones;
Y la tierra aterida,
A mi voz conmovida
Temblará con atroz sacudimiento,
Y á cada movimiento
El rico suelo amargará, y la vida.
¡Ay! ¡ay! ¡Cuánto quebranto!
¡Cuánto gemir inútil! ¡cuánto llanto
Oiré entonces sin que sienta el pecho
El duelo de la gente,
Que con gozo insolente
Reir los miro con mortal despecho!

LEÓNIDO.—¡Mentira! ¡Nada puedes! ¡Te conjuro,
En nombre del Señor que el alma adora,
Ángel, ó genio impuro.
Que seducirme quieres,
¡Aparta el antifaz que desfigura
Tu primitiva é infernal figura!

SATÁN.—¡Pues, bien! ¡Héme ya aquí!
Y advierte y nota
Que soy Satán, el ángel que esplendente
(En traje de diablo.)
Se sentaba en un trono
En época remota;
Rayos de luz lanzando de su frente.
Yo soy aquel que con feroz encono
Luché contra el tirano;
Después, vencido en mi fatal derrota
Arrastré á vuestros padres á la muerte;
Más hoy, si del cristiano
La fé divina me venció en mi furia
De tan mortal injuria
Me vengaré, y de tí; yo soy el fuerte;
Y si no quieres que mueras,
¡Ríndete á mis pies!

LEÓNIDO.—¡Oh! ¡Nunca!

SATÁN.—¿Ves mi poder y mi fuerza?
Los espíritus potentes
Que en el universo reinan,
Obedecen á mi voz:
Sigue mi ínclita bandera;
Óyeme, pues: si humildoso
Abjuras tu nueva secta,
Y arrepentido á mis aras
Con grato fervor te llegas,
Yo te haré feliz, dichoso,
Tendrás cuanto apetezcas;
El río que á tus pies corre.
Que arrastra diamantes, perlas;
El ambiente que respiras
Do mil pajaritos vuelan;
Esas plantas, esas flores,
Esas casas, y esas huertas,
Tuyas serán, si al instante
De tu nueva fé reniegas;
Si el nombre ingrato aborreces
De aquella cuya es la fiesta.
Más, ¡ay de tí! si obstinado
Desobedecerme anhelas,
Pues á tus piés ahora mismo
Se abrirá la inmunda tierra,
sepultándote en su seno,
Cual se sepulta en la arena
La pequeña gota de agua
Cuando el sol las plantas seca.

LEÓNIDO.—En vano infundir me quieres
Torpe miedo con tu lengua;
En vano, en vano pretendes
Que yo á tu fé me someta;
Jamás al niño cristiano
El demonio amedrenta,
Y ante el Hijo de María
El Averno eterno tiembla,
¡Espíritu  mentiroso!
Ve, huye, ve á las tinieblas,
á la mansión del gemido.
¡Y de la eterna vergüenza!...

SATÁN.—¡Pues, bien! Ya que lo has querido,
Es necesario que mueras:
Tú serás la postrer víctima
Que ante mis aras se quema:
Tú pagarás por los tuyos,
En tí me vengaré mis afrentas.
¡Espíritus! Mis fieles compañeros
Que encontráis en el mal grata dulzura,
Que con cruel amargura
Os nutre el odio que vuestra alma encierra,
¡Venid, alegres, á empezar la guerra!


ESCENA QUINTA.

Salen DIABLOS en tropel.

CORO DE DIABLOS.

¿Quién nos llama
Con furor?
¿Quién reclama
Nuestro ardor?
¡Viva el mundo
Infernal,
Cuya dicha
Es el mal!
¡Muera, muera
El traidor,
Del Averno
Ofensor!

SATÁN.—Venid contentos,
Oíd atentos;
La voce mía
Os llama ya;
Que en este día
Nuestra esperanza
Dulce venganza
Hoy colmará.

CORO DE DIABLOS.

Ama el diablo
A su rey;
Sus mandatos
Son sú ley;
Obedientes
Seguirán;
Por tí, todos
Lucharán.

SATÁN—-Cese el insulto;
Niño ínfelice,
Lleno de afán;
Ven y bendice
Mi imágen pura,
Pues la ventura
Te reirá.

LEÓNIDO.—Te detesto
Vil traidor,
A Dios sólo
Rindo amor
Mientras viva,
Seré fiel;
Morir quiero
Yo por Él.

CORO DE DIABLOS.

¡Viva! ¡viva
Nuestro Rey!
¡Muera, muera
Quien su Ley
No venera
Con ardor
De la vida
Con horror!


ESCENA SEXTA.


Dichos y un ÁNGEL.

ÁNGEL.—¡Atrás, ángeles malditos
De la cólera del Cielo!
¡Volved el rápido vuelo
A la mansión del dolor!
¡Huíd, si del vivo rayo
Teméis el fúnebre brillo,
¡Huye, ó arcángel traidor!

(Huyen los diablos.)

Y tú, niño fiel, despierta.
(Se despierta.)
Ven aquí; soy el enviado
Del Cielo que te ha librado
Del pérfido Satanás:
Ya la Vírgen de Antipolo
Las aguas, surca del río;
Salúdala en canto pío,
Pues siempre su hijo serás.
Ella te libró piadosa,
De las garras del Averno;
Sé de Ella el hijo más tierno,
Pues trae la dicha en pos....
Ya tus compañeros llegan,
Adiós, pues; volveré al Cielo.
¡Adiós, Leónido, adiós!
(Desaparece.)

LEÓNIDO,—Adiós, hermosa criatura
Que veniste á socorrerme,
Guarda que vela, si duerme
El niño el sueño infantil.


ESCENA ÚLTIMA.

(LEÓNIDO y los NIÑOS. La VÍRGEN pasa el rio momentos antes de concluir el recitado.)

CÁNDIDO.—¡Ah! ¡Leónido! Te buscamos;
He aquí la Vírgen María:
¿Sientes la dulce armonía
Que se oye entre cantos mil?

LEÓNIDO.—¡Oh, si, amigo! La percibo;
La miro también venir...
¡Oh! ¡qué secreta alegría
Yo siento dentro de mí!
Unamos nuestros acentos
En este día feliz.
Saludemos á la Vírgen...
¿Qué decís, amigos?

TODOS.—Sí.
(Aparece la Virgen con luz de magnesio o electrica.)

CORO FINAL.

¡Salve Rosa pura
Reina de la mar!
¡Salve! Blanca Estrella,
Fiel Iris de Paz...
Antipolo,
Por tí sólo
Fama y renombre tendrá.
De los males,
Los mortales
Tu imágen nos librará;
Tu cariño,
Al fiel niño
Le guarda siempre del mal;
Noche y día,
Tu le guías
En la senda terrenal.

FIN.


decor1

NOTA—LA OCEANÍA ESPAÑOLA, dirigida por el ilustre español D. JOSÉ FELIPE DEL PAN, en su número del 10 de Diciembre de 1880, dijo, al hacer la descripción de esta fiesta:

«JUNTO AL PÁSIG, es casi un auto sacramental, de argumento fantástico, no real, versificado con suma fluidez y facilidad con algunas situaciones de mucho efecto y bordado con preciosos coros debidos al conocido profesor D. BLÁS ECHEGOYEN.

«Felicitamos al joven autor del libreto D. JOSÉ RIZAL. Su obra es muy bella en el detalle; el monólogo de Satán, por sí solo, vale todos los aplausos que mereció del público toda la obra. Aunque no del gusto teatral de nuestro tiempo ese género calderoniano, sienta bien, ó es lo mejor que puede presentarse en escena con ocasión semejante á la de anteanoche.»

decor2

*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 14795 ***